En la postura,
El cuerpo descubre su lenguaje sin palabras.
Ya solo es el signo de un símbolo vivo:
Estirándose hacia el cielo, inclinado hacia la suelo,
Se abre al cielo, se ofrece a la tierra,
Ora estatua en los confines de un pensamiento sin sueño,
Ora río que peregrina con aire humano.
El pensamiento purificado se desliza de un extremo a otro,
Encendiendo la llama de un deseo de avanzar,
De reconocerse en su naturaleza luminosa.
Renuncia a tus horas de angustia y de incertidumbre,
Deja que el tiempo se cubra de hiedra,
Ven a practicar,
Despliega tu esterilla
Y en el suelo desata tu cuerpo.
Estírate, suavemente, levanta los brazos al cielo por encima de ti,
No mires más lo que te sirve tan a menudo para actuar.
Con la inmovilidad del cuerpo llega la inmovilidad del pensamiento;
Con la inmovilidad del pensamiento, el más allá de la memoria…
Has exhalado bien en un primer momento, luego con los brazos hacia atrás, inhalando, te estiras desde los dedos de las manos hasta los dedos de los pies,
Todo el cuerpo se tensa en una tensión suprema,
Retienes el aliento,
La zona lumbar de la espalda se pega al suelo.
Reafirma la fuerza de tus riñones mediante este contacto suave y firme con la Madre Tierra.
Retienes el aliento un poco más y luego te relajas
Trayendo los brazos a ambos lados del cuerpo.
Y el viaje sigue adelante…
Serge Vallade.
Interacciones del lector