“En la postura, el cuerpo descubre su lenguaje sin palabras. Es tan solo el signo de un símbolo vivo.”
Yogacharya Serge Vallade
En los últimos años, la tradición del yoga se ha visto desplazada en beneficio de métodos de nuevo cuño que maridan técnicas y estilos con el propósito de renovar siempre una oferta física supeditada a modas y estrategias de marketing.
En nuestro tiempo, a menos que una propuesta se presente como «novedosa» es poco probable que merezca atención. Por eso las tradiciones antiguas, como el yoga, se ven a veces con cierto asombro y no se ahorra esfuerzo por ponerlas al día. Parece como si la mayoría de las personas que se dedican a esta enseñanza en Occidente y también algunas en la India, se sintieran llamadas a mejorarlas de alguna forma; no simplemente en su presentación, sino, incluso, en sus principios.
Hay un claro consenso sobre la idea de que el yoga es una ciencia. La ciencia de la mente y del cuerpo o de la unión del cuerpo y la mente. Pero rara vez conocemos las herramientas que facilitan dicha unión ni el propósito de la misma. A menudo ignoramos que esa unión o unidad preexiste y que los textos y enseñanzas antiguos no sirven tan solo para recordarlo.
Quien comience a realizar sus estudios de yoga debería estudiar y comprender los profundos conocimientos de estas enseñanzas con el fin de encontrar esa simbología oculta en el lenguaje y que, al integrarse, nos convierte en signos de un símbolo vivo .
El punto de inflexión está en entender que esta ciencia no es una filosofia, es decir, no ha sido creada para debatir o teorizar sino para la práctica constante de sus principios en nuestra vida. Para integrar el conocimiento (la enseñanza) en el símbolo de ese conocimiento (nuestro cuerpo).
La tradición nos dice que el cuerpo es un capital que se nos ha dado para invertirlo en la realización de nuestra verdadera naturaleza. Asi el Hathayoga es la plataforma desde la que nos dirigimos hacia el auto-conocimiento.
En el Yogasikhopanisad se postula que el cuerpo es un templo y el ser que mora en él es Shiva y se nos invita a erradicar nuestra ignorancia y adorar nuestro cuerpo, considerándolo la morada del Ser.)
El Hathayoga es una forma de vida, un estado donde se encuentran el arte y la ciencia. No es un acto de magia que cura enfermedades. Ni un conjunto de relatos surrealistas de lunas azules, lagos cristalinos y bosques brumosos. Como tampoco es realizar ejercicios acrobáticos y contorsiones imposibles. El yoga no trata de adular y engrandecer los egos o engancharlos a las emociones o apegarlos a los deseos, sino de llevarlos a su origen.
El Hathayoga es un estado en el que cuerpo, mente, respiración e intelecto se unifican en el proceso de alcanzar ese auto-conocimiento que lleva a la liberación (Kaivalyam), o mejor dicho, a entender que no necesitamos ser liberados. En esa plenitud los condicionamientos, atributos, deseos, esperanzas, miedos, pensamientos y emociones que nos desorientan, arden como la polilla que busca la luz. En ese conocimiento lo tuyo y lo mío se disuelven y todo se reencuentra.
En la práctica utilizamos asanas, bhandas, pranayama de modo que el cuerpo se convierte en un mudra, un signo que se ofrenda. La respiración en el mantra que ofrenda.
Como dice Serge Vallade » la práctica se convierte en un ritual cuyo Ser invisible es tan solo la excelencia de nosotros mismos. Ofrecemos nuestra práctica simplemente porque nos otorgamos el derecho de aceptar que lo sagrado reside en nuestro cuerpo físico. No es solo un trabajo de estiramientos, de refuerzo de los ligamentos o de veleidades musculares, sino un acto, un don donde el orgullo y la suficiencia se ven vencidos por la consagración creativa, por esa fe tan sencilla que guía hacia la iluminación y niega la desesperación de poseer una existencia.»
Por lo dicho anteriormente, creemos que ser transgresor en las enseñanzas del yoga no pasa por innovar, sino por volver a la tradición e integrar sus enseñanazas.
Tanto si tienes el interés de formarte como profesor/a de Hathayoga, como si tienes el profundo deseo de aprender y profundizar en el estudio de tu verdadera naturaleza, la Escuela de Yoga Patanjali a través de la asociación ATMANA y avalada por la Federación Española de Yoga Profesional ofrece una formación acorde a lo expuesto en este artículo. Un tratamiento profundo de la practica de asanas, pranayama, bhandas y mudras y un estudio responsable de las enseñanzas de los Upanishads, la Bhagavad Gita, los Yogasutras y otros textos necesarios para integrar la práctica en la enseñanza y llegar a Yoga.