La práctica del Kriyā-yoga comienza con una ceremonia de iniciación (dīkṣā), tal y como se menciona en el Gurumukhi Vidya (sruti śastra), donde se establece que este conocimiento sagrado debe ser transmitido directamente de un maestro o maestra competente (kriyāchārya) a la persona interesada. Esta transmisión se realiza a través de una iniciación formal y enseñanzas prácticas, ya que no es posible adquirir este conocimiento profundo únicamente a través de la lectura, el estudio o lecciones teóricas.
La ceremonia de iniciación tiene sus raíces en los tiempos védicos y posee una dimensión simbólica profundamente transformadora. En esta tradición, el Kriyā-yoga no es simplemente una técnica, sino una puerta que se abre hacia una nueva comprensión de uno mismo. Durante la iniciación, ese ser interno, que aunque siempre ha estado presente, parece oculto bajo capas de condicionamientos, etiquetas y limitaciones, comienza a revelarse con mayor claridad. Este proceso marca el «segundo nacimiento» de la persona iniciada, lo que en sánscrito se denomina «dvija» (nacido dos veces). Este nuevo nacimiento es un compromiso profundo y consciente que capacita al iniciado para comprender su verdadera naturaleza, más allá de la mente, el cuerpo y la respiración, reconociendo que no somos meramente este complejo físico-mental.
A menudo, la iniciación es malinterpretada debido a especulaciones, prejuicios o ideas dogmáticas preconcebidas. Sin embargo, la iniciación no opera en el nivel superficial o emocional. Es un proceso interno que actúa en lo más profundo del ser. Eliminar la ignorancia de lo que somos nos permite acceder a la semilla espiritual (bija), que purifica todos los aspectos de nuestra vida y establece nuestra alma (ātma pratīṣṭa) en su verdadero hogar. Este despertar es sutil, pero su influencia es poderosa y transformadora. La iniciación debe ser vivida con una calma profunda y una determinación espontánea, sin rigidez ni prisa, respetando el ritmo natural de nuestro crecimiento interior.
Al recibir la iniciación, se accede a las técnicas específicas del Kriyā-yoga, que son una herramienta invaluable para el desarrollo personal y espiritual. Estas prácticas nos invitan a integrar la vida espiritual en cada una de nuestras acciones cotidianas, llevando la conciencia a cada pensamiento, palabra y movimiento.
Como se ha mencionado, en sánscrito la palabra «dīkṣā» tiene un significado profundo. Desde la perspectiva del maestro o maestra, «di» significa dar (conocimiento) y «kṣi» significa destruir (la ignorancia). Desde la perspectiva del discípulo, «di» representa la dirección y «kṣā» se refiere al espacio, la pureza. Esta visión dual nos muestra que la iniciación no es solo un acto de recibir conocimiento, sino también un proceso de avanzar en la pureza y vacuidad interna, donde encontramos al verdadero maestro, el gurú interno.
Es importante entender que la relación entre maestro y discípulo no es unidireccional; no se basa únicamente en lo que el maestro otorga, sino también en lo que el discípulo entrega. Es una sincronía sagrada en la que ambos participan activamente. El discípulo siempre tiene una pregunta, una inquietud interna, y el maestro, ya sea externo o interno, siempre tiene la respuesta. Esta interacción continua y dinámica es la clave para el crecimiento espiritual y la realización personal.
Para la iniciación se solicitan las siguientes ofrendas:
-5 flores (a poder ser rosas rojas) que simbolizan el cuerpo causal y los frutos del karma
-5 frutas que simbolizan el cuerpo astral a través de los cinco sentidos y la mente
-Un donativo que simboliza el cuerpo físico y el ego.
Es importante tomar la iniciación aseada/o, con ropa limpia y blanca. Es aconsejable cenar ligero la noche anterior y descansar bien. En ayunas, el desayuno ligero lo hacemos con las frutas ofrecidas y convertidas en prasād.
Tras la ceremonia es necesario que la persona iniciada practique cada día las técnicas enseñadas dentro de sus posibilidades. Poco a poco el cuerpo y la mente recogen esa energía creada por el Kriyā-yoga integrando su practica. Por esto después de la iniciación desarrollamos un sańkalpa o propósito durante 21 días seguidos de practica en común vía zoom.
En caso de dudas, los āchāryas (Valentina y José) que realizan el programa y la iniciación en nombre de Swami Śaṅkarananda Giri y los Maestros, siempre estarán dispuestos para cualquier aclaración. Los y las Kriyabanes (personas iniciadas en Kriyā-yoga) son libres de asistir a este sańkalpa y a las meditaciones grupales posteriores para reforzar su práctica.
Interacciones del lector