El yoga, la astrología (Jyotiś) y el ayurveda (la medicina tradicional de la India) son disciplinas espirituales estrechamente relacionadas y enraizadas en la tradición védica. Mientras que el ayurveda es la ciencia védica de la sanación del cuerpo y la mente; y el yoga es la ciencia védica de la autorrealización, que depende del buen funcionamiento del cuerpo y la mente. La astrología es la ciencia que permite prepararse ante los eventos que han de llegar y hacerlos provechosos para el entorno, el cuerpo y la mente.
Estas disciplinas siempre han ido de la mano pero en su viaje a occidente ha sido el yoga, o mejor dicho el haṭha-yogaen donde se ha puesto el mayor interés. En los últimos años y gracias a la labor de personas como David Frawley o Robert Svoboda y a los doctores indios que llegan a occidente, el ayurveda se está desarrollando con fuerza y constancia gracias a sus magníficos y comprobados resultados. Jyotiś, aunque va siendo conocido por un mayor número de personas que practican yoga, todavía esta lejos de ser reconocido como un sistema que se integra con fluidez en la sādhana de estas personas.
Quizá por el aspecto supersticioso o falso que se nos ofrece a través de la consulta del horóscopo, la astrología se ha infravalorado. Jyotiś en la práctica del yoga no ofrece el conocimiento de si vas a tener un viaje o vas a recibir dinero o vas a conocer a esa persona o a aquella otra. Jyotiś te indica que, al igual que el sol tiene un efecto claro y definido de su influencia sobre la tierra causando las estaciones para cada lugar en la Tierra. O la luna que siendo un pequeño satélite, sus fases creciente y menguante afectan las mareas oceánicas, el crecimiento y flujo de savia en las plantas, la fertilidad y ciclo femenino, así como también el estado mental, emocional y anímico.
El resto de planetas que forman nuestro sistema solar también ejercen, con su campo electromagnético, un efecto en nuestra mente, en nuestro cuerpo y en nuestra vida. Estos nueve planetas (navagrahas) tienen una dirección tan clara y perceptible de sus energías que se les atribuye el nombre y poder de dioses, se les da atributos y forma; y se realizan mantras y oraciones para aclamarlos y/o calmarlos.
Para entender de que manera los cuerpos celestes nos afectan, las enseñanzas afirman que «lo que hay fuera también está dentro de ti», macrocosmos en el microcosmos. Sabiendo que estamos compuestos de tres cuerpos, el cuerpo físico, el cuerpo astral y el cuerpo causal. Es en el cuerpo astral (de ahí su nombre) donde se manifiesta la influencia de los navagrahas. Especialmente recae en esos contenedores de energía que son llamados chakras. Y es en ellos donde esa energía puede ser canalizada.
En el primer centro, mūlādhāra se encuentra la energía material de nuestras necesidades básicas. La necesidad de alimento, de vivienda, de vestido, de relaciones sociales, más todas aquellas necesidades innecesarias que nosotros hemos ido incluyendo en nuestra mochila y sin las que, creemos, no podemos vivir. Aquí en mūlādhāra influye Saturno y Saturno, cuyo nombre de deva (dios) es śanaischara o śani, te lo quita todo. Te quita el trabajo, te quita la casa, te quita la pareja, te quita lo que haga falta. Esto no quiere decir que śani sea malo ni bueno, sino que su energía te aleja de las cosas materiales. Incluso podríamos considerar a Saturno como benefactor, ya que muchas de esas cosas impiden nuestra evolución debido al apego que sentimos por ellas.
En el segundo centro svādhiṣṭhāna habitan todas esas acciones, pensamientos y deseos o aversiones que tienen que ver con la creación, la alegría, la sexualidad, la búsqueda de placer, la búsqueda de felicidad, la búsqueda de fortuna. Y aquí reside Júpiter, (Bṛhaspati o Gurú) Júpiter como gran maestro nos indica (y en algunos momentos nos empuja) en la dirección en la que deberíamos encaminar nuestra vida y esta dirección no siempre es de nuestro agrado o no es la planificada.
En el tercer centro maṇipura, encontramos la casa de nuestra mente sensorial, esa mente reaccionaria, que normalmente esta confundida. Que se contradice y se opone a si misma. En su funcionamiento descubrimos tensiones y condicionamientos que causan perjuicios que han de ser resueltos, no suprimidos ni negados, para convertirlos en causa de evolución. Esta lucha esta auspiciada por marte (Kuja o Maṅgala). Marte representa nuestros deseos y ambiciones y rige nuestro instinto animal.
El cuarto centro anāhata es el hogar de nuestro ego. Emociones y sentimientos se arremolinan en este chakra. Venus (śukra) es su regente y su influencia puede ayudar a un estado emocional armónico, suavidad sentimental o a una bipolaridad ansiosa e histérica.
El quinto chakra es llamado Viśuddha y su planeta es Mercurio o Buddha. En este centro se encuentra nuestra capacidad de comunicarnos y de comprender a los demás y a nosotros mismos. Así en este centro encontramos nuestra tolerancia y nuestra espiritualidad. Esa espiritualidad puede desembocar en esa cerrazón, que cree ser la única verdad, que se ve superior e intenta convertir a los demás a sus ideas o acaba con la vida de los que tienen un credo distinto. Refleja un escaso conocimiento y comprensión de si mismo y de lo que le rodea.
Y por último en ājñā chakra, el sexto centro nos encontramos con las dos luminarias. EL Sol (Sūrya) y la Luna (Chandra) comparten este centro. El Sol como símbolo y manifestación de la conciencia universal que ilumina la creación y la hace posible y la luna como símbolo de la mente superior, del intelecto, que no es más que un reflejo de esa conciencia.
Hay otros dos planetas que aún sin corporeidad influyen en nuestra mente son los nodos lunares llamados Rāhu y Ketu. Estos son los puntos de intersección donde se cruzan la elíptica del sol con la órbita de la luna. Son esos lugares donde se producen los eclipses. Rāhu afecta a los atributos del sol en nuestro cuerpo. La energía, la fuerza, la determinación, la motivación, el empeño o causara poder, prestigio, fama. Por su parte, Ketu afecta a la luna y por lo tanto abotarga la mente materialista, la anula, la diluye, la apaga. Sin embargo a la mente espiritual la libera del cautiverio del apego y del deseo. Rāhu y Ketu son la inhalación y la exhalación.
Hay que tener en cuenta que todas estas influencias no deben ser tomadas como negativas o positivas. Son distintas leyes y energías que se manifiestan en distintas direcciones. El problema o la interpretación de bueno o malo esta en nuestro ego, nuestro personaje y sus expectativas con respecto a él, a los demás y al mundo.
En la práctica del yoga podemos desarrollar una forma de trabajo que estimule estos centros y su energía. Nos dice Paramahaṃsa Yogananda en su interpretación de la Bhagavad Gītā que » āsana apropia y sostiene la fuerza espiritual, mediante la cual se invocan y atraen los poderes divinos» Cada āsana brinda control corporal y calma física y mental. Sirve de recipiente para centrar la alineación de las articulaciones del cuerpo, la profundidad de la respiración y la focalización de la mente en un espacio o chakra determinado. Cada āsana se convierte en un templo donde se ofrendan cuerpo, respiración y mente a esa conciencia que llama a todo Uno. Esa conciencia recorre con la respiración el eje central estimulando los distintos chakras de manera que esas energías acumuladas en ellos se libere, facilitando que la influencia de los navagrahas en nuestro personaje, se integre y de cómo resultado un aprendizaje vital por encima de un motivo de orgullo o de queja. No se trata de evitar sino de encauzar.
Interacciones del lector