Había una vez hace mucho tiempo un estudiante de las escrituras sagradas que no podía mantener adecuadamente a su familia. Él se esforzaba duramente todo el día hasta altas horas de la noche, aprendiendo en la lengua santa, los versos sagrados.
Su esposa, con su futuro hijo en su vientre, en un avanzado estado de gestación, se sentaba al lado en la habituación contigua, a media luz, y oía como su esposo, con voz cansada, cantaba las antiguas enseñanzas.
Su esposa, con su futuro hijo en su vientre, en un avanzado estado de gestación, se sentaba al lado en la habituación contigua, a media luz, y oía como su esposo, con voz cansada, cantaba las antiguas enseñanzas.
Muy avanzada la noche, roto de cansancio el erudito se confundió en su recitación, en ese momento se escucho una risa de burla salir del vientre de la mujer en cinta. Esto mismo ocurrió un total de ocho veces y en cada equivocación el niño en el vientre de su madre reía.
Enojado, sin pensar en lo que hacia el erudito maldijo a su bebé a sufrir ocho deformidades y es por eso por lo que a ese bebé cuando nació se le puso el nombre de Aṣṭāvakra (aṣṭā= ocho, vakra= doblez, curva, fallo o deformidad).
Aṣṭāvakra se convirtió en un gran sabio siendo aún niño
Cuando el Rey Janaka vino a escuchar la sabiduría del muchacho invalido, se acerco a él muy humildemente y el sabio lo acepto como discípulo.
Las enseñanzas que impartió están recogidas en un texto llamado Aṣṭāvakra gita. Su canto de liberación se basa en que la muerte no existe para quien realiza lo que verdaderamente es, como el que sale de un sueño y su pesadilla por identificarse con lo que soñaba. Así, quien se despierta del largo sueño de la separación nunca más se identifica con los personajes que interpreta, muchas veces aquejados, torcidos y deformes, no sólo físicamente. A quien despierta a su verdadero ser, Aṣṭāvakra le promete felicidad perfecta, que no depende de nadie ni de nada salvo de si mismo.
Así, Aṣṭāvakrāsana nos enseña como desde una posición o situación torcida y deforme podemos elevarnos del suelo y mirar al frente a través de la plena conciencia. Siendo, sintiendo.
La asana.
1. De pie con los pies separados a la anchura de las caderas.
2. Dobla las rodillas, coloca la palma de la mano derecha en el suelo entre los pies. Y la palma de la mano izquierda en el suelo por fuera del pie izquierdo.
3. Pasa la pierna derecha por encima del brazo derecho y apoya la parte posterior del musIo en el brazo derecho justo por encima del codo. Adelanta la pierna izquierda entre los brazos y acércala a la derecha
4. Exhala y levanta ambas piernas del suelo. Entrecruza los tobillos, pasando el pie izquierdo por encima del derecho. Estira las piernas lateralmente hacia la derecha. El brazo derecho queda atrapado entre los muslos y ligeramente flexionado. EI brazo izquierdo debe hallarse estirado.
5. A continuación exhala, dobla los codos y coloca tu tronco y cabeza paralelos al suelo. Mantén esa posición unos segundos.
6. Inhalando estira los brazos, eleva tu cuerpo, descruza las piernas y repite desde el paso 3 con el otro lado.
Astavakrasana supone menos esfuerzo de lo que parece y tiene más que ver con la elasticidad y el equilibrio que con la fuerza. Las piernas extendidas y cruzadas alrededor del brazo suponen un contrapeso que nos ayuda a realizar la postura con éxito.
Se encuentran en elongación los isquiotibiales, los glúteos tanto mayor y menor como mediano y los gemelos. Trabajamos brazos, muñecas, pecho, trapecio, romboides y abdominales.
La espalda se halla en torsión por lo que del lado de la pierna que está abajo se estirarán y trabajarán músculos diferentes según de un lado u otro de la columna vertebral.
Mejora nuestro equilibrio y capacidad de concentración.
Interacciones del lector