Escrito por Swami
Ambikananda
Ambikananda
Karkati es una demonio que vive en el norte del Himalaya. Ella es oscura y colosal y tiene un apetito insaciable: no puede dejar de comer y el canibalismo le va bien. Sentía que sólo si pudiera comerse a toda la gente del gran continente que se extendía ante ella, en un solo trago, ENTONCES finalmente se sentiría satisfecha. Pero Karkati no carecía de conciencia y se dio cuenta de que si hacía eso, destruiría a la buena gente junto con la mala, a las personas con conocimiento junto con las ignorantes.
Tengo que confesar aquí que no puedo pasar todo el “periodo de fiestas” sin que me venga a la mente la demonio Karkati. A partir de septiembre, una industria de marketing masivo se pone a trabajar para despertar a la demonio en todas nosotras. Cuando se acerca la “Navidad” (lo pongo entre comillas porque estas festividades consumistas modernas están muy lejos de todo lo que Cristo fue y enseñó), el trabajo de esta industria es hacernos sentir hambre, insatisfacción, deseo de tener más, más, más. Tejen su atractiva red hasta que, como Karkati, podamos comer continentes: continentes de basura, producida en masa por los pobres para que los ricos consuman, basura que deteriora la tierra cuando desechamos los residuos. Nos dicen que si consumimos ~ especialmente si podemos consumir todo ~ nos sentiremos finalmente llenas.
Si caemos en esto ~ y hay amplia evidencia de que muchas de nosotras lo hacemos (¡de lo contrario, habrían desistido de ello!), estamos condenadas a la misma suerte que Karkati.
Continuando con la historia. Al hallar su insaciabilidad insoportable, Karkati hace penitencia para ver si los dioses pueden ayudarla a satisfacer su hambre constante y prolongada. Después de una de esas largas penitencias, de mil años, de pie sobre una pierna, sin comer, con la mente fija en su deseo, Brahma aparece y le pregunta qué es lo que quiere. Ella sabe, sabe… Le pide que la haga pequeña, muy, muy pequeña para que pueda entrar en la gente y devorarla desde dentro.
Brahma le dice que puede tener lo que ella desea. Karkati asume ahora una forma dual: se convierte en Suchika y Visuchika: pequeña y sutil, y afilada (suchi significa aguja). Ella se vuelve tan pequeña y sutil, que no se puede ver su existencia ~ sólo se puede imaginar. Como Suchika entra en el cuerpo de las personas ignorantes y las codiciosas y como Vishuchika devora ese cuerpo desde dentro. (Vishuchi es también el virus del
cólera)
cólera)
De esta forma dual vagó por la tierra durante muchos años, escondiéndose en lugares oscuros y emergiendo sólo para continuar con el acto de devorar.
Somos muy a menudo Karkati . Nuestros deseos son insaciables, se comen nuestra juventud debido a que destruyen todo lo que es creativo en nosotras. En nuestra sociedad de consumo moderna, donde el consumo ~ y su ostentación ~ lo es todo, encontramos absolutamente inaceptable la frustración de cualquier deseo. La decepción nos es intolerable.
A lo que la vida nos llama, y lo que la demonio en nosotras no puede entender, es a rendirnos a “lo que es”. Sólo en la apertura de esa rendición podemos descubrir la verdad que hay detrás de lo que tanto nos seduce y nos atrae. Pero eso significa penetrar en la decepción como guerreras espirituales.
En lugar de permitirnos entrar profundamente en esta sensación aguda, precisa y directa de la decepción, tratamos de racionalizar nuestros
sentimientos de diferentes maneras, ofreciéndonos esperanza para un resultado más positivo. Y así nos aferramos desesperadamente, al igual que Karkati , a esta idea de que podemos tenerlo todo ~ que todo es nuestro derecho de nacimiento. Y cuando no podemos tenerlo todo, preferimos hacer cualquier cosa antes que aceptar lo que es.
sentimientos de diferentes maneras, ofreciéndonos esperanza para un resultado más positivo. Y así nos aferramos desesperadamente, al igual que Karkati , a esta idea de que podemos tenerlo todo ~ que todo es nuestro derecho de nacimiento. Y cuando no podemos tenerlo todo, preferimos hacer cualquier cosa antes que aceptar lo que es.
Así mutamos nuestras ambiciones ~ como Karkati que pasaron de ser grande a pequeña, pero en quien nada había cambiado real y sustancialmente .
Y lo verdaderamente triste es que Karkati vio a dónde la estaba llevando su camino. Vio que lo que estaba haciendo era una locura, que la estaba atando y cegando. Finalmente se preguntó, como todas nosotras en nuestros locos momentos de satisfacer el deseo: “¿Cómo voy a rasgar este velo?”
Karkati , ahora Suchika y Visuchika, finalmente penetró en su propia decepción profunda cuando reconoció de que todo lo que deseaba no satisfacía aun su apetito. Karkati entró profundamente en la soledad y la desesperación de su vida. Una vez más volvió a la penitencia y, esta vez, su penitencia le purificó.
Se dice que incluso los dioses se dieron cuenta del poder de su gran penitencia y estaban preocupados por lo que podría salir de ella. Indra envió a Vayu el dios-viento para que tratara de localizarla y éste le informó de que en la tierra, en una llanura solitaria y estéril por encima de los Himalayas, Suchika, que una vez fue Karkati , ahora se encontraba en penitencia silenciosa.
De nuevo Brahma se le apareció y de nuevo le preguntó qué quería. Karkati , que ahora es Suchika, le dijo que “no hay nada que desee”: “No hay más dudas o deseos en mí porque he alcanzado la realización de lo Absoluto. ¿Qué haría con los dones?”.
Brahma decreta que tomará su antigua forma demoníaca de Karkita. Bajo esta forma devorará a quienes deban ser devorados.
Y la iluminada Karkati acepta su destino. Ella es transformada de ser Suchika y una vez más asume la forma terrible y oscura de Karkati , aceptando total y absolutamente lo que es.
Ella entra en el bosque y allí aborda a quienes cruzan su oscuro interior y les plantea algunas preguntas penetrantes. Si son capaces de responder, se van libres. Si no pueden, si muestran su ignorancia de la realidad, les devora.
Hasta que despertemos a la realidad somos, de hecho, devoradas ~ una y otra vez, consumidas por nuestros propios deseos. Cuando tratamos de cruzar este denso bosque de la vida dando tumbos como los niños cuando hay tanto para darnos una pausa y despertarnos a su Realidad Divina, ¡Karkati ahora hace su trabajo fielmente!
Un día un rey local ~ un rey sabio ~ camina por el bosque. Karkati se abalanza y le hace sus preguntas:
“¡Oh, rey, ¿qué es lo que es uno y sin embargo, es muchos, y en lo que millones de universos se fusionan como ondas en el mar? … ¿Qué es lo que es yo en ti, y tú en mí? … ¿Qué es lo que se mueve aunque no se mueve?…”
El rey dice:
“Tus preguntas están todas relacionadas con ese que es pura existencia…. Como la diversidad de este universo, parece estar dividido aunque es uno, total y completo…. Ese Ser supremo es todo y es nada, yo soy eso, pero yo no soy. Sólo Eso es”.
Aquí tenemos el punto crucial del Yoga de Vasistha: la Realidad Suprema ~ como queramos llamarla: Brahman, Conciencia, etc. ~ y su poder, citsakti, son Uno. Es más, esa Realidad Suprema no se puede describir porque para describirla tendríamos que reducirla a un objeto ~ pero es la realidad lo que es la esencia de todos los objetos.
Al aceptar lo que es, Karkati usó el eco de sus elecciones anteriores para ayudarnos a que todas nosotras trascendamos nuestra incomprensión actual de nosotras mismas manteniéndonos fuera y separadas de lo Divino. Se permitió convertirse en el vehículo que hace la pregunta a la persona adecuada en el momento adecuado, de modo que todas pudiéramos oír su respuesta: El Ser es todo, somos eso, y sin embargo no lo somos, ESO sólo es/existe.
¿Qué pasó con Karkati? Bueno, al parecer, este encuentro cambia de alguna manera su destino, si se puede llamar así. Es transformada de ser esa ogresa devoradora y se va a vivir al palacio del rey, bajo su protección. Aquí, con un eco distante de las acciones pasadas, ella devora a quien ya está muerto.
Y ojala que Karkati nos encuentre así: con los deseos e impulsos que buscan la felicidad en aún más consumo, muertos. Entonces ella nos despojará de los restos por completo, para que le sirvan para devorarlos después, de forma que ni siquiera permanezca su eco.
Te propongo que después de tu silencioso período de meditación, te mantengas sentada por un tiempo y permitas que todas las peticiones, los deseos, las necesidades se “vayan” de ti, sólo por un tiempo deja que se vayan ~ más tarde puedes recogerlos si lo deseas ~ ahora sólo deja que se vayan y siéntate en el silencio, llena de ese dejar ir.
Ya me contaras
Swami Ambikananda, es discípula de Swami Venkatesananda y fundadora de la Asociación de Yoga Tradicional, ha continuado extendiendo el mensaje de su guru y la tradición de las antiguas enseñanzas de Yoga.
Interacciones del lector