El tantra es un sistema que nos invita a vivir la vida como un proceso sagrado de autoconocimiento. Invita a abrazar todo lo que somos y experimentamos, para acercarnos a la realización de nuestra verdadera naturaleza. No se trata de rechazar la vida ni de buscar refugio en la espiritualidad como algo separado de lo cotidiano, sino de integrar todas las manifestaciones de la existencia en un camino consciente hacia la trascendencia.
El Tantra como sistema universal
El tantra se basa en una comprensión no dual de la realidad, donde todo lo existente es una expresión de la conciencia primordial. El universo, según esta visión, no es una ilusión a rechazar, sino una manifestación sagrada a experimentar plenamente. La clave del tantra radica en la aceptación total de la vida: cada experiencia, emoción o circunstancia es una oportunidad para el crecimiento y la expansión de la conciencia.
Esta perspectiva rompe con el paradigma tradicional de muchas religiones que dividen la realidad entre lo espiritual y lo material. En lugar de considerar el mundo como un obstáculo, el tantra lo abraza como un medio para la realización. Esta idea queda reflejada en la propuesta de «ser uno con todo», que implica disolver las barreras internas y externas que nos separan de la totalidad.
La relación del tantra con el yoga
Aunque a menudo se perciben como caminos separados, el yoga forma parte de la tradición tántrica. El tantra es anterior y más amplio en sus enseñanzas, de ahí que se afirme que «el tantra es la madre del yoga». Las prácticas de yoga surgieron dentro de un contexto tántrico, como herramientas para armonizar el cuerpo y la mente y, así, preparar al practicante para experiencias de expansión de la conciencia.
El hatha-yoga en particular, con su enfoque en el control del cuerpo, la respiración y la energía vital (prāṇa), tiene raíces profundamente tántricas. Los textos clásicos como el Haṭha Yoga Pradīpikā y el Śiva Saṃhitā integran enseñanzas que vinculan el despertar de la energía (kuṇḍalinī śakti) con la unión de Śiva y Śakti, principios fundamentales del tantra.
El tantra y el concepto de integración
Uno de los aspectos más revolucionarios del tantra es su énfasis en la aceptación total de la experiencia humana, sin dividirla entre lo bueno y lo malo. Este planteamiento va más allá de los juicios morales, reconociendo que toda emoción o estado mental tiene un potencial de transformación.
En lugar de reprimir deseos o emociones, el tantra invita a vivirlas conscientemente, es decir, con plena atención y sin identificación. Este enfoque no fomenta la indulgencia, sino la integración y la trascendencia. Cuando una emoción se experimenta de manera consciente y sin resistencia, pierde su poder sobre nosotros y se convierte en una oportunidad de autoindagación.
Esto se vincula directamente con la idea de que la lucha interna alimenta aquello que se quiere rechazar. Al aceptar lo que surge sin juicio, el practicante deja de alimentar sus sombras y permite que la energía fluya de manera armónica.
Tantra como ciencia práctica
El tantra no es solo un sistema filosófico, sino una ciencia eminentemente práctica, que utiliza el cuerpo, la respiración, los sentidos y las emociones como medios para alcanzar la trascendencia. Las prácticas tántricas incluyen:
- Meditaciones en las experiencias cotidianas: cada acto, por simple que sea, puede ser una oportunidad para estar plenamente presente.
- Prácticas energéticas: el control y direccionamiento consciente de la energía a través de técnicas como mudrās, bandhas y prāṇāyāma.
- Rituales internos y externos: estos rituales no se realizan para propiciar a alguna deidad externa, sino como un medio para transformar la percepción y recordar el carácter sagrado de la vida.
La falsa concepción del tantra en Occidente
El tantra ha sido malinterpretado en muchas culturas occidentales, reduciéndolo a una práctica exclusivamente sexual. Sin embargo, como bien señala el texto, la sexualidad es solo un aspecto más dentro de un sistema mucho más amplio. En el tantra, la sexualidad se considera una manifestación natural de la energía vital, pero su verdadero propósito es trascenderla mediante la conciencia plena.
Así como los genitales son una parte del cuerpo, pero no lo definen en su totalidad, la sexualidad es una parte del tantra, pero no lo resume. La obsesión cultural por el sexo ha contribuido a crear una imagen distorsionada del tantra, limitando su comprensión y potencial transformador.
El tantra como camino de autoindagación
Finalmente, el tantra propone un camino de autoindagación basado en la aceptación, la vivencia consciente y la integración de todas las experiencias. En este camino:
- No hay dualidad: todo es una expresión de la misma conciencia.
- No hay enemigos: las emociones, deseos y circunstancias son vehículos de evolución.
- No hay separación entre lo material y lo espiritual: el mundo y el cuerpo son sagrados, y la trascendencia se alcanza viviendo plenamente en el aquí y el ahora.
Tantra y Kriyā-yoga: una visión integradora
El Tantra, entendido en su sentido más amplio, es una tradición espiritual que aborda la conciencia y la energía como los pilares fundamentales de la existencia. Se basa en la aceptación plena de la vida y en la trascendencia consciente de sus dualidades. Desde esta perspectiva, el Tantra no discrimina entre lo material y lo espiritual, sino que busca la integración de todas las experiencias para alcanzar la realización suprema. Este enfoque lo convierte en una disciplina eminentemente práctica, que trasciende la moral convencional al invitar a vivir sin prejuicios, en un estado de plena presencia.
Por su parte, Kriyā-yoga, también llamado Mahā-tantra-yoga, es la esencia misma de este enfoque tántrico. No se trata de un camino de disfrute sensorial o de rituales externos mal comprendidos, sino de una práctica interior profunda que transforma la vida a través de la conciencia elevada. Kriyā-yoga recoge los principios esenciales del Tantra en su forma más pura y los aplica mediante técnicas que activan y equilibran la energía vital, permitiendo la unión de Śiva y Śakti en el cuerpo del practicante.
La reinterpretación simbólica del pañcamakāra
Uno de los elementos más malinterpretados del Tantra es el pañcamakāra, los cinco elementos que, en un sentido externo, se relacionan con el vino (madya), el pescado (matsya), la carne (māṃsa), los gestos o mudrās y la unión sexual (maithuna). En la tradición auténtica del Tantra y del Kriyā-yoga, estos conceptos tienen un significado simbólico y espiritual profundo, lejos del literalismo con el que a menudo se los ha tergiversado.
- Madya (el vino interior)
El verdadero madya no es una bebida externa, sino el néctar amṛtā que se genera internamente durante la práctica de khecarī mudrā. Este néctar es el resultado de la activación de la glándula pituitaria, que conduce a un estado de inmortalidad espiritual, o mahānirvāṇa. El practicante que logra este estado de gozo interior constante es un verdadero madya sadhaka, no alguien que busca el placer en el consumo externo de alcohol. - Matsya (el pez interior)
Matsya simboliza el flujo de la respiración a través de iḍā y piṅgalā, los canales energéticos izquierdo y derecho. La apertura de suṣumṇā nāḍī, el canal central, se logra mediante la práctica de mahāmudrā y la meditación profunda. El verdadero matsya sadhaka es aquel que mantiene la energía vital fluyendo por el canal central, trascendiendo así las dualidades del aliento. No tiene relación con el consumo de pescado. - Māṃsa (la carne simbólica)
Māṃsa representa el sacrificio de las cualidades animales, como el ego (búfalo), el deseo sexual (carnero) y la ilusión (caña de azúcar). Durante la meditación, el yogui ofrece estas cualidades animales en el altar interno mediante la espada del conocimiento (jñāna-khadga), logrando así una transformación interna. Este sacrificio simbólico lleva al control del ājñācakra y a la trascendencia del ego. - Mudrā (el gesto de la luz interior)
En la tradición del Kriyā-yoga, mudrā no se refiere a un gesto externo o a posturas sexuales, sino a la práctica de jyotimudrā o yonimudrā, en la que el yogui experimenta la luz interior de Hiraṇyagarbha (el útero cósmico), simbolizando el renacimiento espiritual. Esta práctica conduce a la visión de la luz divina y al despertar de la conciencia suprema. - Maithuna (la unión espiritual)
Maithuna no es una unión sexual, sino la fusión de la energía vital (prāṇaśakti) con el poder espiritual supremo (parasakti) durante el estado de samādhi. Este estado de unión, que trasciende toda dualidad, se llama maithuna en el verdadero sentido espiritual. Aquí, el cuerpo se convierte en un lugar sagrado y la respiración, en el vehículo de la realización. El maithuna sadhaka es aquel que ha alcanzado esta unión interna con lo absoluto.
La unión de Śiva y Śakti en el cuerpo humano
El verdadero Tantra, al igual que el Kriyā-yoga, ve el cuerpo humano como un templo en el que se lleva a cabo la unión cósmica de Śiva y Śakti. Esta unión no es física ni externa, sino un proceso interno en el que la conciencia pura (Śiva) y la energía dinámica (Śakti) se funden en el sahasrāra, el centro coronario. Cuando esto sucede, el yogui experimenta el estado de plenitud y realización, en el que todas las dualidades desaparecen.
El camino del Tantra y Kriyā-yoga: aceptación, integración y trascendencia
Ambas tradiciones comparten una misma propuesta: aceptar la vida en su totalidad y trascenderla conscientemente. Esto implica reconocer y vivir plenamente todas las experiencias humanas, desde las emociones más elevadas hasta las más sombrías, sin caer en el rechazo ni en la represión. La clave está en vivir cada experiencia con plena conciencia, transformando así el deseo, la ira o el miedo en vehículos para el crecimiento espiritual.
Por tanto, el Tantra y el Kriyā-yoga no son caminos de indulgencia ni de negación, sino de transformación. Al integrar todos los aspectos de la vida y trascender las limitaciones de los sentidos, el practicante alcanza un estado de libertad total, donde la dualidad deja de existir y se experimenta la realidad última como una unidad indivisible.
Podemos decir que esta visión integradora del Tantra y el Kriyā-yoga nos recuerda que el verdadero camino espiritual no se basa en rituales externos ni en interpretaciones literales, sino en la experiencia directa y consciente de la vida como totalidad. Al transcender las distorsiones populares y comprender el simbolismo profundo de sus prácticas, el buscador genuino puede caminar hacia la realización de su propia esencia divina.
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